Por Mary De Cámara
@marydecamara
Subes y bajas. Así es la vida. Pasos que marcan y dejan huella, que buscan ser más que simples “toques”. El Step con apenas 20 años en el mercado fitness, ofrece un estilo deportivo único: es vida, es arte, es creación.
Esta modalidad inició a principio de los 90’s, convirtiéndose en la rutina diaria de la mayoría de los gimnasios del mundo. Su práctica aporta múltiples beneficios, entre los cuales están la resistencia aeróbica, la fuerza física y la flexibilidad corporal. Coreografías que ayudan a la coordinación y a la capacidad de reacción del alumno, trabajando también a nivel mental, estimulando la memoria y la concentración.
La primera vez en un step no suele ser tan sencillo como parece. Consecuentemente, puede provocar dos reacciones: huir o seguir. Muchos aceptan el desafío, se apasionan, se enfrentan a un sinfín de estructuras coreográficas y, a medida que se desenvuelven, deciden alcanzar objetivos cada vez más altos. Otros, al contrario, deciden abandonar ante el primer tropezón. Se frustran y no regresan más. ¿Cuál es la razón? Existen una cantidad absurda de respuestas; desde los prejuicios morales, miedo y coreografías complejas hasta la falta de trato con el instructor. ¿Es posible convertir la frustración en punto clave para alcanzar el éxito?
En Venezuela, esta actividad es practicada en los gimnasios más concurridos de Caracas y en algunas ciudades del interior del país. En esta oportunidad, un invitado internacional se trasladó a nuestro país con el fin de dar clases e instruir a “grandes y pequeños” del step mediante una certificación. Este personaje es Claudio Monteros, proveniente de Buenos Aires-Argentina, instructor y capacitador en aeróbica y step con más de 10 años de experiencia. Actualmente, maneja en su país su propia escuela Fitness ITAF, que tiene como objetivo principal la preparación de buenos y mejores instructores en el área.
Ha visitado Venezuela sólo tres veces. “En el 2005 vine a una convención y di clases de aeróbica y step, luego en el 2008 vine a dar una certificación de step y este año vine a dar otra certificación conjunto a clases en varios gimnasios de Caracas y Barquisimeto.”
¿Cómo empezar?
En su principio, requiere fundamentalmente del conocimiento de dos pasos principales. “El step sale de un paso elevo y el paso básico (subo-subo, bajo-bajo)”, nos comenta Monteros, donde el profesor se convierte inmediatamente en el mediador de técnicas sobre el banco.
El instructor debe conocer las necesidades que presenta el grupo y, según el nivel que exija, tratar de dar soltura a la clase con dinámicas, cambios de plano y variantes. “Lo primero que debe hacer el instructor antes de iniciar una clase es preguntar quienes son las personas nuevas, para decirle con qué va a iniciar. Puedes explicar las técnicas de cómo hacer el ejercicio, por ejemplo, el apoyo de la planta del pie o el subir rodillas; todo esto para que no se lastime.”
Al no saber comunicar lo que se hace, no se sabrá convencer ni motivar y, por ende, no se podrá dirigir ni controlar con eficacia. Para Monteros, el profesor es el que se acerca a la gente. “Las clases de fitness son muy sociales, a la gente le gusta que el profesor venga lo salude, que conozca su nombre, a qué se dedica, etc.”
¿Evolución o involución?
El instructor argentino se basa en que durante los 20 años de existencia del Step han crecido mejores y nuevos instructores. Lo que más ha evolucionado a través de los años son los procesos metodológicos; tratándose de métodos que lleven al alumno a que realice una coreografía sin que éste se dé cuenta. “Creo que ahí está el mayor desafío en un profesor de fitness: hacer algo sin que el alumno sepa qué va a hacer.”
La mejor arma es, sin duda, la música. Es la motivación que permite encender y hacer rendir al máximo los talentos individuales y colectivos. Para Monteros es lo más importante: “es lo que hace que tengas ganas, que sonrías, que fluya energía. Tiene que mediar directamente con el profesor, ya que si éste coloca algo que le gusta, éste se motiva y, a su vez, es lo que transmite al resto del grupo.”
Dejando de lado el peso del éxito, la ligereza de una primera vez siempre trae recuerdos. Claudio Monteros cuenta que ser principiante es un conjunto de emociones. “Mi primera clase la hice con muchísimas ganas, pero de igual forma sentí nervios porque me encontré con gente que nunca vi en mi vida”. La gente siempre estará a la expectativa del instructor y sus próximos pasos, de principio a fin todo depende de éste.
No sólo el alumno afronta nuevos retos. El profesor también posee cualidades que lo hacen competitivos con el resto de los instructores de fitness y, a su vez, también surgen nuevas modalidades o fusiones que dificultan la práctica del step como único ejercicio especializado en trabajar a nivel cardio y muscular. Monteros identifica un mayor reto: “Tratar de mantenerse. Siempre uno crece, al pasar de los años uno pasa de dar clases en gimnasios hasta subir a una tarima en una convención. Las posibilidades aparecen cuando se trabaja mucho, lo difícil es mantener ese trabajo.”
Capacitarse es crecer
Claudio Monteros no sólo es un modelo emprendedor, también confía en su trabajo. Lograr mantener ese entusiasmo por lo que hace es uno de los aspectos claves que contribuyen al desarrollo de una vida plena en todo sentido. “Tener mi lugar propio, tratar de fortalecer mi escuela y el concepto de formar buenos profesores: que sepan dar buenas clases y que sepan lo que están haciendo”, son algunas de los próximas metas del instructor internacional. Sencillamente la motivación del talento, para atraerlo, retenerlo y desarrollarlo se convierte en una necesidad vital en esta disciplina.
Mantenerse no es otra cosa que amar lo que haces
Si seguimos haciendo lo mismo, ¿cómo podemos esperar obtener resultados diferentes?
Eliminar paradigmas es un buen comienzo. ¿Y qué mayor satisfacción cuando te reconoces a ti mismo? Aquí es donde se abre una cortina de posibilidades que pueden trascender al plano profesional como, por ejemplo, la formación y capacitación para la generación de relevo, siendo uno de los proyectos más codiciados por las escuelas y talleres que instruyen esta disciplina aeróbica.
“¿A qué no te atreves?” es el lema que reta al alumno a intentar algo nuevo. Un “steppista” de corazón es aquel que sigue, lucha y persevera. Si no sale, vuelve a repetirlo. Si cuesta, sigue esforzándose.
Excelente artículo, el único problemita es que me pareció muy largo...
ResponderEliminarGracias! Lo largo es porque es un reportaje; este género periodístico conlleva investigación y por eso lo largo. Besos y gracias por tu comentario :)
ResponderEliminarHermoso el reportaje..
ResponderEliminarCoincido con los comentarios anteriores. Me recuerda a mi infancia... todos los veranos tomaba clases de "gimnasia artisica", actividad que era parte de lo que ofrecía el hotel en Rosario donde trabajan mis padres. Y yo me anotaba en todas las clases, me encantaba!
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